La ley de la peluquería, promulgada una vez por Andoni Zubizarreta, golpeó con puño de hierro al Villarreal en Londres. El vistoso Luiz Júnior, guardameta groguet de peinado barroco, horas dedicadas al trenzado del cabello en simétricas composiciones de hipnótica perfección geométrica, se metió un gol en contra en el minuto cuatro y cambió por completo la dinámica del partido del regreso del Villarreal a la Champions. Ni los visitantes se sobrepusieron ni los afortunados vencedores del Tottenham salieron del cauce burocrático de pura administración del resultado. El partido se extinguió poco a poco en intentos cada vez menos enérgicos. Apenas se registró un tiro a puerta, de Pape Sarr, desde fuera del área. Esta vez, Luiz desvió fuera de su red.

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Guglielmo Vicario, Pedro Porro, Micky van de Ven, Cristian Romero, Djed Spence (Destiny Udogie, min. 68), Pape Matar Sarr (João Palhinha, min. 68), Rodrigo Bentancur, Lucas Bergvall (Kevin Danso, min. 91), Mohammed Kudus, Xavi Simons (Brennan Johnson, min. 76) y Richarlison (Randal Kolo Muani, min. 76)

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Luiz Júnior, Sergi Cardona (Ilias Akhomach, min. 74), Santiago Mouriño, Renato Veiga, Juan Foyth, Nicolas Pépé, Santi Comesaña (Thomas Partey, min. 77), Pape Gueye (Dani Parejo, min. 77), Tajon Buchanan (Alberto Moleiro, min. 81), Georges Mikautadze y Ayoze Pérez (Alfonso Pedraza, min. 74)

Goles
1-0 min. 3: Luiz Lúcio Reis Júnior

Arbitro Rade Obrenovic

Tarjetas amarillas
Xavi Simons (min. 29), Richarlison (min. 32), Comesaña (min. 34), Santiago Mouriño (min. 35), Renato Veiga (min. 52), García (min. 65), Randal Kolo Muani (min. 77), Mickey van de Ven (min. 83)

Decía el gran portero vizcaíno que desconfiaba de los colegas preocupados por el peinado. Desconfiaba Zubi de las melenas manicuradas, de las trenzas, de las exhibiciones capilares, del pelo largo en general, no por nada, sino porque constituyen un indicio de narcisismo en un puesto ingrato y peligroso que exige máxima atención a todo menos al pelo. Sea como fuere, sucedió que Bergvall metió un centro desde la derecha y —tal vez alarmado por la irrupción de Richarlison— Luiz Júnior se abalanzó sobre el balón de tal modo que su efusivo intento de blocaje cortó la trayectoria pero lo desvió el proyectil hacia su propia portería.

El 1-0 alteró profundamente la conducta de los equipos. El Tottenham dio un paso atrás y procuró enfriar las jugadas mientras que el Villarreal, que quizás acudió a Londres a cavar su trinchera, se encontró desorientado en tierra de nadie. Unos esperaban en su campo y los otros en el suyo. Nadie se agredía. El desconcierto afectó al equipo de Marcelino, especialmente vulnerable por la inmadurez de muchos de sus futbolistas.

Frente a un rival que acudía a los duelos con decisión, armado de defensas y pivotes contundentes, al conjunto de Castellón le faltaron voluntarios para ofrecerse en tiempo y forma. Pépé y Buchanan, los extremos, se complicaron en conducciones cuando tenían que jugar fácil y rápido, y arriba hubo pocas noticias de Ayoze y muchas menos de Mikautadze cuando los centrocampistas y los defensas les buscaban por abajo.

Esperando a Mikautadze

Marcelino debió añorar a Etta Eyong —el poderoso punta, cedido al Levante— al ver de nuevo a Mikautadze, el fichaje más caro de la historia del club, el punta georgiano, huidizo en White Heart Lane como en el Metropolitano, casi siempre lejos de la acción, como si algo en su interior le persuadiera de que no debía participar de todas las jugadas. Tanto se reservó, que iba camino de pasar por Londres sin tocar la pelota cuando Moleiro lo dejó solo ante Vicario con un pase entre los centrales.

Mikautadze orientó el control hacia el córner y a Van de Ven le dio tiempo de derribarlo fuera del área. No fue penalti por medio metro. Marcelino, más activo en la banda que la mayoría de sus jugadores en el campo, reclamó roja. El juez interpretó que fue solo falta.

El derribo a Mikautadze fue lo más cerca que estuvo el Villarreal de tirar a puerta en su regreso a la Champions. Demasiado poco en el curso de un duelo que se congeló por obra del extraño gol del minuto cuatro.



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