Paula Sevilla debutó en un Mundial, relevista básica del 4x100m en Oregón 22, cuando se retiró una de sus ídolos, la mágica Allyson Felix, y ya espléndida atleta de 400m, consigue su mejor marca (50,69s) y se clasifica para las semifinales de Tokio justo el día que dice adiós a las pistas su otra atleta idolatrada, la mamá cohete Shelly Ann Fraser Pryce. “Se están yendo las grandes”, dice Sevilla, manchega de La Solana, de 28 años, una bala de metro 60, que, de repente, se encuentra ella también entre las más grandes del 400, las diosas de su generación: Marileidy Paulino, las largas piernas de la dominica que se desliza relajada, como debe ser; Salwa Eid Naser, la bahreiní de origen nigeriano que corre marcial y concentrada, pura geometría de ángulos rectos su espalda, sus brazos, sus piernas elevadas hasta la cadera, y Sydney McLaughlin, pura seda y ritmo, y qué curva.
Con esta, con la californiana doble campeona olímpica del cuatro vallas, y también campeona mundial, compartirá semifinal el martes (14.23) Paula Sevilla, la velocista de distancias cortas a la que su entrenador, José Luis Calvo, convenció en invierno de que se pasara al duro y temido 400. Y se ha adaptado tan bien que, aparte de liderar los dos relevos femeninos españoles, tan exaltantes, y también el mixto, ha firmado después de muchos años en las pistas un contrato con Nike y ha llegado donde nunca habría llegado en el 100 y en el 200. “Y ya no vomito al terminar”, suelta radiante el domingo después de lograr la calificación. “Ha sido fabuloso correr con Marileidy. Me ha dado conversación. Me ha tranquilizado, y ha corrido por mi calle interior, así que cuando me ha pasado me he puesto a su ritmo, que es magnífico porque no va a tirones, es pura fluidez”.
Mientras, a largo plazo, no en Tokio, dice, el deseo de Sevilla es bajar de los 50s y batir el récord de España de Sandra Myers tan antiguo (49,67s hace 34 años), la tres reinas del 400 actuales han bajado ya de los 49s y sueñan con alcanzar lo inalcanzable, el récord del mundo de la alemana Marita Koch (47,60s hace 40 años). La que más se ha acercarse, casi hasta quemarse, ha sido Naser, que en 2019 bajó hasta 48,14s para ganar el Mundial de Doha, pero la afición, que no olvida que la compacta bahreiní estuvo suspendida dos años por esconderse de los controles antidopaje, y prefería que mejor no fuera ella; McLaughlin, de 26 años, está aún demasiado lejos, a más de un segundo con sus 48,74s. Paulino, actual campeona mundial y olímpica de los 400, ha corrido ya en 48,17s y es la única que piensa que la plusmarca de Koch podría caer en la final de Tokio el jueves a las 15.10 gracias a la competencia entre las tres, y la igualdad. “Los 47 los guardo para la final”, anuncia el domingo tras ganar su serie tranquilamente (49,85s sin despeinarse), feliz porque ha cundido el trabajo hecho para llenar sus lagunas, “la recta norte, el paso por los 150 metros”. “Y cuando bajé a 47s pensaré en bajar a 46s, siempre pienso en mejorar y en trabajar más y más. Mis rivales no son Sydney o Salwa. Mis rivales se llaman Omega y Seiko, los cronómetros en la competición. Yo solo corro contra el tiempo”. Y Sevilla, a su estela, sueña.
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