El intento de trasladar el Villarreal–Barcelona de España a Miami sigue en stand-by. Este jueves, en la reunión del comité ejecutivo de la UEFA en Tirana, el órgano rector del fútbol europeo analizó la petición de la Federación Española de Fútbol (RFEF) de que el partido de la jornada 17 de la Liga, previsto en diciembre antes del parón navideño, se juegue en territorio estadounidense. “El comité reconoció que se trata de un tema importante y creciente, pero expresó el deseo de garantizar que cuente con las opiniones de todas las partes interesadas antes de tomar una decisión final”, ha explicado el máximo organismo europeo en un comunicado. El salto sin precedentes en la historia reciente de la Liga sigue sin resolverse. Ya se sabe, en cualquier caso, que el Real Madrid y la AFE están en contra del viejo anhelo de Javier Tebas.
No es la primera vez que Tebas busca expandir las fronteras de LaLiga. En la temporada 2018-2019, el presidente de la patronal intentó trasladar el Girona–Barcelona de Montilivi al Hard Rock Stadium, hoy hogar de Lionel Messi, por entonces en el Camp Nou. Sin embargo, no pudo. Luis Rubiales, en su momento al frente de la Federación, se opuso: “Un partido con una sede local no puede sacarse del país y, si hubiera habido argumentos —que pedimos a LaLiga que nos convenciera—, habríamos sopesado este asunto”. Paradójicamente, dos años después, aceptó llevar la Supercopa de España a Arabia Saudí. Hoy, ese acuerdo está judicializado.
Esta vez, en cambio, la Federación no se opuso a la petición de LaLiga de trasladar el Villarreal–Barcelona a Estados Unidos, siempre con el beneplácito de los equipos. Todo lo contrario: trasladó la solicitud a la UEFA y a la FIFA. De entrada, sin embargo, Alexander Ceferin, presidente de la UEFA, no parecía muy abierto a la iniciativa: “No estamos contentos, pero, por mucho que hayamos comprobado legalmente, no tenemos mucho margen de maniobra si la federación está de acuerdo y ambas federaciones también. Pero creo que, de cara al futuro, tendremos que debatir esto muy seriamente, porque el fútbol debería jugarse en Europa, los aficionados deberían verlo en casa; no pueden viajar a Australia [la Serie A quiere llevar el Milán–Como a Perth] ni a Estados Unidos para ver a sus equipos”. Las dudas persisten en Nyon, sede central del máximo organismo del fútbol europeo. “Hay muchas cuestiones por resolver y, como organismo rector europeo, la UEFA tiene la responsabilidad de tener en cuenta todos esos factores. Como resultado, hoy no se tomó ninguna decisión, pero la UEFA llevará a cabo una ronda de consultas con todas las partes interesadas en el fútbol europeo, incluidos los aficionados”, insistió la UEFA.
El año pasado, la FIFA ya había dado un marco legal para jugar partidos fuera del territorio de las ligas, aunque matizó posibles consecuencias sobre el equilibrio competitivo, incluidos los intereses de los demás equipos de la competición. También consideró posibles trastornos para los equipos del país anfitrión, la seguridad de aficionados y futbolistas y otros factores que puedan afectar a la integridad del encuentro o al bienestar de todos los involucrados.
Quienes sí se mostraron en contra de trasladar el Villarreal–Barcelona a Miami fueron el Real Madrid y el sindicato de futbolistas, la AFE. El club blanco argumenta que se “vulnera el principio esencial de reciprocidad territorial que rige en las competiciones de Liga a doble vuelta (un partido en casa y otro en la del equipo contrario), alterando el equilibrio competitivo y otorgando una ventaja deportiva indebida a los clubes solicitantes”. David Aganzo, presidente de la AFE, fue tajante en una entrevista a EL PAÍS hace solo unos días: “Si no nos dan más información, nos opondremos a jugar en Miami”.
El duelo entre Villarreal y Barcelona en Miami representa mucho más que un partido: es un laboratorio. Y el nuevo escenario preocupa incluso al Gobierno. “Me gusta que las competiciones nacionales se jueguen en mi país. Soy partidaria de que se jueguen en España. Como Gobierno, estoy atrayendo competiciones internacionales a mi país. Imagínese dónde quiero que se disputen las nacionales. En mi país, donde hay grandes ciudades”, afirmó la ministra de Educación y portavoz, Pilar Alegría.
La UEFA se toma su tiempo. Pero todavía no le cierra la puerta a Tebas, que espera desde hace siete años poder trasladar un partido de LaLiga a Estados Unidos. Se asoma un nuevo escenario: un fútbol alejado de los aficionados y cerca del dinero, en definitiva, hijo de la globalización.
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