Acorralado por las presiones de sus compañeros de partido, el primer ministro de Japón, Shigeru Ishiba, ha anunciado este domingo que ha decidido dimitir, después de solo un año en el cargo. La decisión eleva la incertidumbre política en un país atravesado por las turbulencias internas y geopolíticas, y llega después de que su formación, el conservador Partido Liberal Demócrata (PLD), sufriera dos contundentes derrotas electorales, la última de ellas a finales de julio.
Ishiba, de 68 años, ha anunciado en una comparecencia ante la prensa que deja la presidencia de su partido para evitar las divisiones dentro del PLD, y ha dado instrucciones para que la formación ―que ha gobernado Japón sin apenas interrupciones desde 1955― celebre unas elecciones internas para designar a un nuevo líder. El elegido será quien tendrá que recabar a continuación los apoyos parlamentarios para ser investido como nuevo primer ministro. Ishiba ha asegurado que seguirá al frente del Gobierno hasta entonces.
Durante la comparecencia, el primer ministro ha asumido la responsabilidad por los malos resultados electorales y ha expresado su profundo pesar por no haber cumplido con las expectativas como líder del PLD, según la agencia japonesa Kyodo. También ha instado a su sucesor a mantener vínculos más fuertes con Estados Unidos y sus aliados.
Hasta este domingo, el actual primer ministro se había negado a dimitir, a pesar de las crecientes presiones de sus compañeros de filas. El PLD y su tradicional aliado, el minoritario Komeito, se dejaron en unos comicios parciales celebrados a finales de julio la mayoría que ostentaban hasta ahora en la Cámara alta de la Dieta (el Parlamento nipón). La debacle se sumó a la que ya habían sufrido en las elecciones de octubre de 2024 (las primeras con Ishiba al frente del PLD), cuando perdieron la mayoría en la Cámara baja, con más peso político.
A pesar de la última derrota y del creciente ruido de sables en el seno de su formación, Ishiba decidió seguir al frente durante el mes de agosto, centrado en la negociación de un acuerdo comercial con el presidente estadounidense, Donald Trump, cuyos aranceles han sacudido la industria automovilística japonesa y golpeado el crecimiento exiguo de la cuarta economía del planeta. “Con la firma del acuerdo comercial por parte de Japón y la firma de la orden ejecutiva por parte del presidente, hemos superado un obstáculo clave”, ha dicho Ishiba en la comparecencia de este domingo, con la voz entrecortada, según la agencia Reuters. “Me gustaría pasar el testigo a la próxima generación”.
Japón se enfrenta a un momento delicado. De puertas adentro, afronta una creciente ola de populismo de extrema derecha, que bebe del descontento ciudadano debido al elevado coste de la vida. Fuera, ha tenido que lidiar con los zarandeos comerciales de su principal aliado, Estados Unidos.
Ishiba fue elegido para liderar el PLD en septiembre de 2024, y asumió la jefatura del Gobierno en octubre de ese año, después de que el anterior primer ministro, Fumio Kishida, renunciara ―en una decisión similar― a encabezar su partido, y por tanto a liderar el Ejecutivo, que abandonó poco después.
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