Álex Márquez demostró que tiene lo que se necesita para batir al gran tirano de la categoría, su hermano Marc, sobre la pista. Y más teniendo en cuenta de que nadie le había podido batir en las últimas siete citas. El pequeño de la saga familiar de campeones logró en casa, en el GP de Catalunya, un triunfo de mucho valor después de recuperarse del mazazo del sábado y no cortarse ni un pelo en el maravilloso e increíble duelo fratricida de MotoGP. Con su victoria en el Circuit de Barcelona-Catalunya, que registró su mejor entrada desde 2008 con 187.000 espectadores a lo largo del fin de semana, el bicampeón del mundo retrasó el alirón del octocampeón, que deberá esperar a la gira asiática para confirmar la novena corona.
Los hermanos plantearon un espectáculo magnífico ante su público, y es que su Cervera natal apenas se encuentra a 100 kilómetros del trazado. En la salida, Marc no tuvo reparos y se coló por el interior de Álex, que había firmado una ‘pole’ estratosférica la jornada previa antes de caerse cuando lideraba en la carrera corta. El 93 no se lo puso fácil, pero el piloto de Gresini tenía claramente mejor ritmo y supo sobreponerse al apretón del rival más correoso de la parrilla. Con un buen rebufo en la recta en la cuarta vuelta le bastó para arrancarle las pegatinas a la máquina roja –que ha logrado ya el sexto título consecutivo de constructores – y ponerse a tirar en cabeza. Ahí empezó una batalla contra el crono y la cabeza.
En la ‘sprint’ ya había demostrado que tenía la velocidad necesaria para batirle, pero una pequeña distracción le mandó al suelo y evitó que se impusiera. El domingo supo resarcirse del error y mantenerse impertérrito en cabeza. Por mucho que Marc hiciera la goma, siempre a menos de medio segundo hasta que tuvo un susto en la frenada del estadio a cuatro giros de la bandera de cuadros. Álex supo mantener a raya al huracán de MotoGP, que venía de encadenar 15 triunfos consecutivos.
“Marc puede esperar”, bromeaba su madre, Roser, en el garaje. Lo que están logrando sus hijos es de película de Hollywood. Aunque ha sido la tónica general del año, no deja de resultar maravilloso que el duelo en la cumbre del motociclismo de velocidad fuera una vez más cosa de los dos hermanos. Nadie más les pudo seguir una vez más, con el italiano Enea Bastianini (KTM), completando el podio a más de cinco segundos del ganador de la carrera. “Cuando los hermanos han pegado el tirón, ya no he podido hacer nada”, reconoció el piloto de Rímini.
“Estoy contento por todos, por mí, por Álex y por Ducati. En un circuito difícil pude terminar segundo, y él se merecía mucho este triunfo”, convino Marc ante una afición entregada, desde el parque cerrado. “Todavía me duele lo de ayer, pero pude pegar el tirón que necesitaba al final para ganar. Estoy contento, sobre todo por el equipo, volvemos a estar donde merecemos estar”, celebró el ganador, que refuerza su campaña por el subcampeonato a lomos de la Ducati satélite del equipo Gresini.
La fiesta de los Márquez Alentà fue completa en Montmeló, con un bonito abrazo fraternal ante la afición después de su lucha fratricida, una imagen que subraya lo extraordinario de estos dos talentos únicos e irrepetibles. Nunca dos hermanos habían dominado así en la élite, y lo mejor para ellos es que los fastos continúan. Aunque matemáticamente ya no será en casa de Ducati y Valentino Rossi, en Misano, el título de Marc sigue a punto de caramelo y es cuestión de semanas.
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